Sencillamente un buen masaje...
Dar-recibir un masaje significa una conversación corporal entre dos personas. Con sus conocimientos y la habilidad de sus manos, el masajista expresa sensaciones en el cuerpo del masajeado. Las respuestas son nuevas sensaciones que el masajista percibe y que sirven para ir amoldando sus manipulaciones.
Un masaje es pues una experiencia de sensaciones encaminadas a la corrección de tensiones, modificación de desequilibrios y, en definitiva, alivio de dolencias. Las tensiones, desequilibrios musculares y errores posturales que todos tenemos en el cuerpo terminan manifestándose en puntos o zonas dolorosas concretas.
El buen masajista, con su conocimiento y experiencia, con su habilidad y sensibilidad será capaz de determinar el tipo de dolencia, el posible origen u orígenes, los efectos e incluso posibles consecuencias crónicas a largo plazo.
El masajista actúa fundamentalmente sobre los tejidos blandos, llevando los músculos a su tensión natural, actuando sobre las fascias o capas de envoltura de músculos, fibras y órganos, y suavizando tensiones en las articulaciones.
Los músculos pueden estar sobrecargados, alargados o acortados, e incluso todo esto a la vez en sus diferentes zonas. Podemos encontrar zonas con baja irrigación sanguínea o con deficiencias o excesos en sus placas nerviosas. En sus fascias podemos encontrar adherencias formadas por residuos no bien eliminados. Todo ello hará que termine siendo doloroso o propenso a fracturas. Un simple músculo acortado modifica la posición de los huesos en los que se inserta, provocando a su vez alargamientos o acortamientos en otros músculos insertados en esos mismos huesos. Así seguirá la cadena de desequilibrios que el cuerpo y la mente van ajustando de la mejor manera que pueden hasta que la situación se hace insostenible y sobrevienen dolores. Podemos sentir estos dolores incluso en lugares lejanos al origen del problema.
Las fascias o capas de tejido envolvente son fundamentales en la transmisión nerviosa motora y sensitiva, en la irrigación sanguínea y en la retirada de desechos. Con gran frecuencia se producen bloqueos, adherencias de unas capas con otras de modo que unos músculos se ven arrastrados por el funcionamiento de otros adyacentes. El amasado suave y en la dirección adecuada corrige estas habituales situaciones.
En las articulaciones, por defectos de postura, por un exceso de movimiento o de inactividad o simplemente por gestos aislados pueden producirse distensiones o agarrotamientos de ligamentos, tendones y estructuras envolventes, así como pinzamientos o presiones sobre los nervios o vasos sanguíneos.
El tratamiento manual es el modo más natural y sin efectos secundarios para actuar sobre estos problemas.
" Carlos Molina "